HONRAR LA VIDA … ( Eladia Blazquez)

» No, permanecer y transcurrir, no es perdurar no es existir, ni honrar la Vida,hay,  tantas maneras de no ser, tanta conciencia sin saber, adormecida. Merecer la Vida no es callar ni consentir, tantas injusticias repetidas.Es, una virtud, es dignidad, y la actitud de identidad, más definida…eso de durar y transcurrir, no nos da derecho a presumirporque no es lo mismo que vivir, honrar la Vida…»

Eladia Blazquez


… estaba yo en un momento de descanso intelectual, algo saturada como hoy en día nos pasa a los psicoterapeutas, por esa escucha de pérdida de objetos, de actividades, de cosas, de otros cercanos, y por el enquistamiento del dolor, que hizo que mate en mano se me ocurriera sintonizar la radio, y escuché este poema a la Vida!  ¡Tantas veces los llevo entonado! Y pensando en sus frases, se me ocurrieron estas ideas que siguen y que comparto con mis lectores.

Quienes trabajamos en esto, nos vemos desafiados en nuestro quehacer clínico por el exceso de manifestaciones subjetivas que responden a la «sinrazón» que nos toca vivir.  Hablo del recorrido de un deseo que no encuentra satisfacción. Verdadero «Malestar de la Cultura» (Freud 1915) derivado del desamparo subjetivo, que nos exacerba el deseo de protección y el sentimiento de perjuicio. Cada individuo posee un espacio propio para el sufrimiento, que tiene bordes, siempre lábiles. Angustia y castración van juntas. Ya en 1895 Freud nos hablaba de la «angustia expectante», que se trata de un tipo de ansiedad generalizada dominada por la expectativa ansiosa de supuestos peligros, que alguien avizora para si o para los suyos. No es solo el conflicto lo que produce la angustia, sino la codificación que se le asigna, y que tiene capacidad de dispararla….

» Merecer la Vida es erguirse vertical, más allá del mal, de las caídas

es igual que darle a la Verdad y a nuestra propia libertad

la bienvenida»… continúa Eladia…

Ahora bien, hoy en día vivimos ahogados en el marasmo de una existencia marcada por la imposibilidad de acceder al ideal de progreso. Pero, ¿cómo se hace para vivir sin la facultad de proyectar? en un país sin moneda válida, sin salida a corto plazo, con un gobierno sin carta de navegación para hallar un rumbo medianamente seguro, que no nos resuelve lo que a su deber le está asignado, que no hace borde y que por eso se desborda, que desprecia la noción del semejante, que convoca a la juventud obsesionada por hacerse de un futuro a la huida hacia el exterior, desarticulando así los vínculos afectivos.  Quien pretende poder ejercer la facultad de gobernar, primero debe ser capaz del gobierno del sí mismo (Foucault, 1982, «El cuidado de si»).

Las personas…son sus actos.

Hace ya muchos años que la pobreza, -terrible e injusto mal social – está ligada (atada) a un mismo signo político. Ello engendró nuevos ricos engordados con el dolor de su propio pueblo. E invita a sus esclavizados a militar en la desobediencia social, que es lo que vemos a diario en las calles. Deseo incontenible de desagravio por la injuria sufrida. Cosa paradojal, gobierno al que se le reclama y al mismo tiempo se desea expulsar. Es la misma ciudadanía que viene mostrando una gran carga de resiliencia, pero ojo eh, esta es prima hermana del martirio. Oigamos a Eladia en su incomparable descripción del significado de «Honrar la Vida»…»merecer la Vida no es callar y consentir tantas injusticias repetidas»… «merecer la Vida es erguirse vertical, más allá del mal, de las caídas, es igual​ ​que darle a la verdad y a nuestra propia libertad, la bienvenida! » No nos derrotemos a nosotros mismos, busquemos ayuda si solos no podemos. El miedo es invasor. ¡Honremos nuestra propia vida!  

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